¡Buen Camino!

Esta ha sido la frase más escuchada este día. Un día que nos daba la bienvenida muy soleado y caluroso. Andábamos impacientes por empezar a caminar, nos asaltaban tantas dudas sobre lo que sería la jornada…Partimos del mismo lugar donde hicimos ayer el conjuro…y…Portomarín nos esperaba.

Y…la realidad superó las expectativas. Verde intenso, el ánimo de estos peregrinos, la cantidad de personas con las que nos cruzábamos y charlábamos encantadas. Todos tenemos ALGO en común a cada paso que damos y eso se nota. Hay hazañas dentro de este camino, héroes anónimos que llevan 50 días caminando desde Francia y que lejos de desfallecer mantienen la curiosidad y la profundidad en sus conversaciones, repletas de amabilidad.

El respeto flota en el ambiente, entre ermitas, iglesias románicas…aunque también flota en el ambiente ese olor a «campo» tan característico, que por aquí, como decían unas lugareñas: «el camino está lleno de repostería».

Además de peregrinos, también hemos hecho un poco de Rodríguez de la Fuente y hemos descubierto a una pareja de lagartos que en su luna de miel tomaban el sol, ajenos a las miradas curiosas nuestras…que rompíamos su intimidad en plan paparazzi.

Qué decir de ese ansia por acumular más  y más sellos. No ha habido lugar donde no hemos pedido que nos estampasen el sello en nuestra credencial.

Hay tanto, tanto dentro de este Camino. Vendedores, lugareños que nos dan de comer y de beber, reposo para nuestro cansancio…Incluso hemos descubierto mensajes ocultos como el que le han dejado a Pepe…tremendo documento gráfico que aquí podréis ver.

Todos hemos llegado a Portomarín, cansados por supuesto, pero satisfechos de haber alcanzado la meta, pese a las dudas que cada uno teníamos sobre nosotros mismos…

Y es que…cuando hay ganas y entusiasmo, todo se puede, todo se camina.